FRIEDRICH
NIETZSCHE (Röcken,
1844-1900)
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1- Interpreta y descifra las claves del siguiente texto del "Crepúsculo de los ídolos": Cómo el "mundo verdadero" acabó convirtiéndose en una fábula. Historia de un error 1.
El mundo verdadero, asequible al sabio, al piadoso, al virtuoso, él
vive en ese mundo, es ese mundo. 2.
El mundo verdadero, inasequible por ahora, pero prometido al sabio, al
piadoso, al virtuoso («al pecador que hace penitencia»). 3.
El mundo verdadero, inasequible, indemostrable, imprometible, pero ya
en cuanto pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo. 4.
El mundo verdadero ¿inasequible? En todo caso inalcanzado.
Y en cuanto inalcanzado, también desconocido. Por consiguiente,
tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría
obligarnos algo desconocido?... 5.
El «mundo verdadero»-una Idea que ya no sirve para nada, que
ya ni siquiera obliga, una Idea que se ha vuelto inútil,
superflua, por consiguiente una Idea refutada: ¡eliminémosla! 6.
Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿Qué mundo ha quedado?,
¿acaso el aparente?... ¡No!, ¡al eliminar el mundo
verdadero hemos eliminado también el aparente! 3- Completa las frases con las expresiones siguientes: sistema subyacente, psicoanálisis, filósofos de la sospecha, instintos, valoraciones, interpretación, vida, estructuras profundas, apariencias, manifiestos, latentes. La
crítica que Nietzsche hace de la religión, la metafísica,
el arte, la moral, la cultura tiene el carácter de un desenmascaramiento.
El hombre es visto como un animal de ideales, y los ideales son tratados
no como "verdaderos" o "falsos", sino como síntomas
de la
, como signos que delatan una existencia. Es decir, los ideales son desenmascarados
como
disimulados, como meras ilusiones interesadas. 4- El nihilismo hace ahora su aparición no porque el displacer ante la existencia sea mayor que antes, sino porque se ha llegado en general a ser desconfiado con respecto a un «sentido» en el mal e incluso en la existencia. Una sola interpretación sucumbió; pero, por el hecho de haber pasado por ser la interpretación, parece como si no hubiese ningún sentido en la existencia, como si todo fuese en vano. Nihilismo:
falta la finalidad; falta la respuesta al "¿para qué?"
¿Qué significa el nihilismo? que los valores supremos
se desvalorizan.
5- La falsedad de un juicio no es para nosotros ya una objeción contra el mismo; acaso sea en esto en lo que más extraño suene nuestro nuevo lenguaje. La cuestión está en saber hasta qué punto ese juicio favorece la vida (..); y nosotros estamos inclinados por principio a afirmar que los juicios más falsos (de ellos forman parte los juicios sintéticos a priori) son los más imprescindibles para nosotros, que el hombre no podría vivir si no admitiese las ficciones lógicas, si no midiese la realidad con la medida del mundo puramente inventado de lo incondicionado, idéntico-a-sí-mismo, si no falsease permanentemente el mundo mediante el número, que renunciar a los juicios falsos sería renunciar a la vida, negar la vida. Admitir que la no-verdad es condición de la vida: esto significa, desde luego, enfrentarse de modo peligroso a los sentimientos de valor habituales; y una filosofía que osa hacer esto se coloca, ya sólo con ello, más allá del bien y del mal. (Más allá del Bien y del Mal, I, 4)
6- Peso formidable.- ¿Qué ocurriría si día y noche te persiguiese un demonio en la más solitaria de las soledades diciéndote: «Esta vida, tal como al presente la vives, tal como la has vivido, tendrás que vivirla otra vez y otras innumerables veces, y en ella no habrá nada de nuevo; al contrario, cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro, lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño de su vida, se reproducirán para ti, por el mismo orden y la misma sucesión; también aquella araña y aquel rayo de luna, también este instante, también yo. El eterno reloj de arena de la existencia será vuelto de nuevo y con él tú, polvo del polvo?» ¿No te arrojarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablaba? ¿O habrás vivido el prodigioso instante en que podrías contestarle:«¡Eres un dios! ¡Jamás oí lenguaje más divino!». Si este pensamiento arraigase en ti, tal como eres, tal vez te transformaría, pero acaso te aniquilara: la pregunta, «¿quieres que esto se repita una e innumerables veces?» ¡pesaría con formidable peso sobre tus actos, en todo y por todo! ¡Cuánto necesitarías entonces amar la vida y amarte a ti mismo para no desear otra cosa que esta suprema y eterna confirmación! (La Gaya Ciencia, parágrafo 341)
7- Si bien la repetición circular es tan sólo una probabilidad o una posibilidad, también el pensamiento de una posibilidad nos puede sacudir y transformar (...). ¡Cómo ha obrado la posibilidad de la condenación eterna! ¡Imprimamos
la imagen de la eternidad sobre nuestra vida! Este pensamiento contiene
más que todas las religiones que desprecian esta vida como fugaz
y que enseñaron a mirar en busca de una vida distinta indeterminada.
8- Todos los
escritos posteriores a "Así habló Zaratustra"
están poseídos por la idea de la transvaloración
de todos los valores. Para Nietzsche todos los problemas de la filosofía
son esencialmente problemas de valores. La muerte de Dios, el fin de la
«historia del error fundamental de la humanidad», trae
consigo la devaluación de los anteriores valores supremos. Pero
el hombre no puede vivir sin valores, se hace necesario la creación
de nuevas tablas. No sólo deben cambiar los valores, sino también
el criterio, la óptica desde la que valorar estos valores. Este
nuevo criterio de valoración es la vida, es decir, la «voluntad
de poder». Es desde esta óptica desde donde también
hay que hacer una crítica de la moral anterior, una historia natural
de la moral, una genealogía de la moral que indague no sólo
en el origen de los valores, sino también en el valor
de ese origen. a) Necesitamos una crítica de los valores morales, hay que poner alguna vez en entredicho el valor mismo de esos valores y para esto se necesita tener conocimiento de las condiciones y circunstancias de que aquéllos surgieron, en las que se desarrollaron y modificaron (la moral como consecuencia, como síntoma, como máscara, como tartufería, como enfermedad, como malentendido; pero también la moral como causa, como medicina, como estímulo, como freno, como veneno), un conocimiento que hasta ahora ni ha existido ni tampoco se lo ha siquiera deseado.
b) Lo que a mí me importaba era el valor de la moral (...). Se trataba en especial del valor de lo «no-egoísta», de los instintos de compasión, autonegación, autosacrificio (...). Justo en ellos veía yo el gran peligro de la humanidad, su más sublime tentación y seducción (...), la voluntad volviéndose contra la vida (...) yo entendía que esa moral de la compasión (...) era el síntoma más inquietante de nuestra cultura europea, la cual ha perdido su propio hogar, era su desvío ¿hacia un nuevo budismo?, ¿hacia un budismo de europeos?, ¿hacia el nihilismo?...
c) Han
sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora,
se han atrevido a invertir la identificación aristocrática
de los valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado de Dios)
y han mantenido con los dientes del odio más abismal (el odio de
la impotencia) esa inversión, a saber, «los miserables son
los buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son los únicos
buenos; los que sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes son
también los únicos piadosos, los únicos benditos
de Dios (...)»... con los judíos comienza en la moral
la rebelión de los esclavos...
d) Yo
considero que la mala conciencia es la profunda dolencia a que tenía
que sucumbir el hombre bajo la presión de aquella modificación,
la más radical de todas las experimentadas por él, de
aquella modificación ocurrida cuando el hombre se encontró
definitivamente encerrado en el sortilegio de la sociedad y de la paz.
(...) de un golpe todos sus instintos quedaron desvalorizados y
«en suspenso». (...) Todos los instintos que no se desahogan
hacia fuera se vuelven hacia dentro esto es lo que yo llamo
interiorización del hombre: únicamente con esto se
desarrolla en él lo que más tarde se denomina su «alma».
(...) La enemistad, la crueldad el placer en la persecución, en
la agresión, en el cambio, en la destrucción todo
esto vuelto contra el poseedor de tales instintos: ése es
el origen de la mala conciencia.
e) El hombre, el animal más valiente y más acostumbrado a sufrir, no niega en sí el sufrimiento: lo quiere, lo busca incluso, presuponiendo que se le muestre un sentido del mismo, un para-esto del sufrimiento. La falta de sentido del sufrimiento, y no este mismo, era la maldición que hasta ahora yacía extendida sobre la humanidad, ¡Y el ideal ascético ofreció a ésta un sentido! Fue hasta ahora el único sentido; algún sentido es mejor que ningún sentido; el ideal ascético ha sido en todos los aspectos, el faute de mieux (mal menor) par excellence habido hasta el momento. En él el sufrimiento aparecía interpretado; el inmenso vacío parecía colmado; la puerta se cerraba ante todo nihilismo suicida. La interpretación -no cabe dudarlo- traía consigo un nuevo sufrimiento, más profundo, más íntimo, más venenoso, más devorador de vida: situaba todo sufrimiento en la perspectiva de la culpa... Mas, a pesar de todo ello, el hombre quedaba así salvado, tenía un sentido, en adelante no era ya como una hoja al viento, como una pelota del absurdo, del «sin-sentido», ahora podía querer algo, por el momento era indiferente lo que quisiera, para qué lo quisiera y con qué lo quisiera: la voluntad misma estaba salvada.
f) No podemos ocultarnos a fin de cuentas qué es lo que expresa propiamente todo aquel querer que recibió su orientación del ideal ascético: ese odio contra lo humano, más aún contra lo animal, más aún contra lo material, esa repugnancia ante los sentidos, ante la razón misma, el miedo a la felicidad y a la belleza, ese anhelo de apartarse de toda apariencia, cambio, devenir, muerte, deseo, anhelo mismo ¡todo eso significa, atrevámonos a comprenderlo, una voluntad de la nada, una aversión contra la vida, un rechazo de los presupuestos más fundamentales de la vida, pero es, y no deja de ser, una voluntad !... Y repitiendo al final lo que dije al principio: el hombre prefiere querer la nada a no querer...
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