Hay
así dos tipos de pensar, cada uno de los cuales es,
a su vez y a su manera, justificado y necesario: el pensar
calculador y la reflexión meditativa. (...)
El pensar meditativo exige a veces un esfuerzo superior.
Exige un largo entrenamiento. Requiere cuidados aún
más delicados que cualquier otro oficio auténtico.
Pero también, como el campesino, debe saber esperar
a que brote la semilla y llegue a madurar.
Heidegger,
Serenidad
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